A la construcción de este ambiente, deliberadamente bucólico, de absurdo a espuertas y bondad a raudales (muy característico de la literatura infantil española en la República y prolongado en la Posguerra por los escritores-dibujantes del Grupo de La Codorniz, tan niños ellos), vienen a contribuir en este libro las ilustraciones de Rafa Vivas, que podrían trasladarnos a su vez (al menos en cuestión de trazo y proporciones de figuras) a las de Tono, otro ilustre codornicero que además colaboró con el propio Antoniorrobles.
¿Qué más se le puede pedir a una historia donde una simpática y complementaria pareja de expertos en batir récords visita el mismísimo Quinto Pino, o el célebre lugar donde Manolo pegó las tres voces, o ese planeta paralelo que, adivinen por qué, se llama Papelerra? ¿No apetece viajar con ellos, cómodamente instalados en un avioncito de papel al mando de un tal Papeloto Pilopel? ¿Les suena gracioso este nombre? ¿Qué les parece entonces el del resignado ayudante del recordman mundial Klaus Wintermorgen, el señor don Calzas Bancar Andras Sarratapa Fandargangan, dotado, quién sabrá el motivo, de un portentoso sistema de autopropulsión aérea alimentado por ventosidades? Todo parece bastante insensato, afortunadamente. La vida, es cierto, es un pelín absurda a veces, pero al final todo empieza a encajar, todo adquiere un sentido. Por eso acaba también por ser lúcidamente divertida y absolutamente lógica la resolución de esta alucinante aventura.